Había una vez un niño llamado Martín que soñaba con conocer una estrella.
Todas las noches miraba el cielo y observaba millones de estrellas que brillaban en lo alto, mientras se preguntaba: quien vivirá allí?
Una noche, mientras Martín contemplaba el cielo, una estrella brilló tres veces. Martín sintió que había llegado el momento de conocer el secreto que se escondía allí arriba. Sacó un globo aerostático que estaba guardado en el trastero desde hacía mucho tiempo y esa noche partió a vivir su gran aventura, la gran aventura de Martín!
Que sensación tan increíble era volar! Mientras se alejaba podía ver su preciosa ciudad. Desde arriba las casas eran diminutas, como luces de colores que titilaban entre las laderas, Todo estaba en calma en lo alto.
Entonces ya casi tocaba las nubes y veía su país, que cada vez se hacía más pequeño hasta convertirse en un punto diminuto en el mundo ...Martín sonreía feliz, como una estrella más ...
La Tierra parecía tan minúscula desde allí arriba ...Martín estaba impresionado por la inmensidad de la noche, por la luz de la luna y el silencio que lo abrazaba todo...
El mundo está lleno de cosas maravillosas! pensó Martín
Pero, de pronto, el globo se pinchó con un cometa y empezó a perder altura ! ...Rápido, tenía que aterrizar !
Por suerte, Martín encontró un pequeño planeta. Y el planeta donde aterrizó era un asteroide tan pequeño que en él se podían ver miles de atardeceres. Había tres volcanes, hierbas extrañas, un encantador cordei y una rosa. En el vivía una persona muy especial.
Allí se encontró con un pequeño príncipe, de su misma estatura y cabellos dorados. El principito estaba muy contento de tener un invitado y Martín le contó todo lo que había sucedido con su globo.
No te preocupes, dijo el principito, hace mucho tiempo le pasó algo parecido a un amigo mío, que era aviador en el desierto, y después pudo arreglarlo.
El principìto le contó que su amigo aviador era un gran artista que sabía dibujar hasta boas que comían elefantes y que ahbía sido él quien había creado el precioso cordero que vivía en el planeta
Te gusta mi casa Martín? - le preguntó el principito -. Cada mañana cuido de mi planeta, revuelvo los volcanes y junto con el cordero cortamos los baobabs para que no invadan todo.
Martín se acordó de su planeta Tierra y de lo bien que le vendría que lo mimaran cada día ...
El principito de presentó después a su rosa. que era muy coqueta. Nada más verlos se arregló sus pétalos, empezó a toser y dijo : Por favor, me podéis cubrir con el cristal para refugiarme del viento frío? y Martín se dió cuenta de que esa rosa era muy especial para el principito, porque al mirarla le brillaban los ojos.
- Sabes que una vez viajé a tu planeta Tierra? Me sentí solo y fui en busca de un amigo. Allí conocí a un zorro que tenía una mirada tan bonita como la tuya, le contó el principito a Martín. El me enseñó a domesticarlo ...
- Que significa domesticar ? preguntó Martín
- Es algo que está muy olvidado, se trata de crear lazos y de ser verdaderos amigos, el zorro me dijo : Tú serás para mí único en el mundo. Y así nos hicimos grandes amigos
- Pero un día empecé a echar de menos a mi rosa y quise volver a su lado - suspiró el principito - comprendí que mi rosa era única en el mundo, simplemente porque la había cuidado y la amaba. Entonces me despedí del zorro y me regaló un gran secreto que te voy a contar ahora : Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
Y Martín sintió que el principito había compartido con él algo que muy pocos sabían. Algo tan frágil y precioso como una estrella fugaz.
Tal como le ocurrió al principito con su rosa, Martín empezó a echar de menos a su familia y a sus amigos, pero ¿cómo volvería a su casa?
Yo te ayudaré, le dijo el principito. Aprovecharemos una bandada de pájaros salvajes y juntos volaremos hacia tu casa.
Por el camino el principito le enseñó varios planetas. En el primero que visitaron vivía un vanidoso que deseaba que todo el mundo le admirase. También fueron a un planeta habitado por un hombre de negocios, que comerciaba con las estrellas y las trataba como si fueran suyas, con el único propósito de tener más estrellas.
Y Martín y el principito se reían de lo raras que son a veces las personas mayores...
Y, por último, conocieron el planeta preferido del principito. ERa tan pequeño que sólo cabía un farolero y su farol y giraba tan rápido que un día duraba un minuto! . Al principito le encantaba el oficio de aquel señor: cada vez que encendía el farol era como si naciera una nueva estrella .
Y así fué como finalmente volvieron a casa, dejando atrás la Vía Láctea y acariciando con los pies el amanecer ...
!Ya podía ver la casa de Martín! Había llegado el momento de despedirse...
- Tienes los ojos de color miel. El color de mis volcanes siempre me recordará a tí. Me encantará escuchar el pequeño rugido del viento en ellos, será como si estuvieses conmigo - le dijo el principito a Martín.
Martín y el principito se fundieron en un largo y cálido abrazo. Uno de esos que sólo se pueden entender con el corazón ...
El atardecer pintaba los ojos de Martín, que miraba el paisaje desde su ventana. Estaba triste por haber vuelto, pero entusiasmado por todo lo vivido con su nuevo amigo el principito. Quién podría haber imaginado que el universo escondía tantas cosas maravillosas ? El zorro tenía razón :
Lo esencial es invisible a los ojos.
Hay mejor mensaje que una abuela pueda dejar a su nieto ?
Sólo una última reflexión a modo de postdata: Me pregunto si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día ...y - por si acaso - la recortable ...
Fué todo por hoy ...dos únicos mini-ejemplares, el de Martín y el mío ...